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El Mundo de Juaki

Gaditaneces

Epifanía

Después de mi visita fugaz (esta mañana) a un Cádiz gris y lluvioso, he tenido una epifanía: la felicidad puede estar en una ráfaga de aire fresco y húmedo acariciándote el rostro.

Qué bonito es Cádi, joé

Hoy he tenido que ir a Cádiz, a arreglar unos asuntos en la Delegación (también conocida como "La Casa que te vuelve Loco"), una experiencia digna de Larra y su vuelva usted mañana. Aun así, ni siquiera tan nefasta viviencia ha conseguido amargarme la delicia de pasear por sus calles y oler el mar.
 
A los que vivís allí, supongo que os ha parecido una mañana como otra cualquiera, típica de comienzos del invierno: la ciudad rodeada de nubes lejanas, pacientes, agazapadas en el horizonte como si no se atreviesen a acercarse a la costa. El sol en alto, la gente tranquila, los bares llenos de tertulias intrascendentes y de saludos efectuados con la típica dejadez gaditana...
 
Yo, os lo aseguro, estaba en la gloria.
 
Hace diez años que tuve que mudarme a la Frontera. Ciento veinte meses aguantando la crispación de una ciudad de señoritos venida a mucho menos, la amargura enconada en el alma de sus habitantes, el desprecio que muchos de ellos (los encefalogramasplanos, todo hay que decirlo) sienten hacia mí sólo por venir de donde vengo y ser del equipo que soy, la rabia típica del quiero-y-no-puedo que en la mayoría de los casos rige sus vidas... Hay que estar aquí para vivirlo.
 
Por eso, al menos para mí, hoy ha sido un día grande. Y ni siquiera me ha molestado que los esbirros de la ventanilla me hayan tenido dos horas de pie para ponerme un puto sello en un puto documento, documento al que llevan poniéndole el mismo puto sello desde hace ocho años. Pa que luego hablen de la "informatización" (juas, juas, juas) de la Administración Andaluza.
 
Pero qué bonito es Cádi, joé. 

EL CASCO INVISIBLE

Se partió el coco en una glorieta, más que ná porque iba sin casco, y sin cerebro, y sin ninguna prudencia añadida por mucho anuncio que diera por culo en la tele continuamente. Más por culo debían de dar, joé, que ya estaba bien. Quince añitos, recién cumplíos, to la vida por delante, y el futuro se agostó en una noche de marcha ole ole con la banda sonora del reguetón de los cojones adobada por varias rayitas de coca y unas cuantas botellas de güisky barato del carrefú.

Cagontó lo que se mueve.

Yo fui testigo, ya les digo. Una noche de verano, con la brisita marinera haciendo de las suyas entre las faldas de las chiquillas y los pelos engominaos de los chiquillos. Se escuchó un chirrido que ya olía a muerte (como el que hacía el coche de Starsky pero más macabro), un crujir de cristales rotos, un grito que se iba apagando… Y luego una sinfonía adulterada de claxon y pitío de moto y puncha puncha de los artavose tuneao de un Audi comprado a base de mentiras (sin cintas de video)… Porque, al principio, todos los gilipollas que acompañaban al difunto se lo tomaron a guasa, fíjate tú, y entonaron el berrido del circo romano, jaleando, otra vez ole ole, como si partirse la crisma a lomos de un vespino (no sé la marca real: en mis tiempos todas las motos eran vespinos) amarillo fuese una machada de las que hacen época y luego salen en los libros de historia… El berrear de la masa continuó hasta que la mancha de sangre se deslizó hacia delante desde el cuerpo roto del chaval.

Entonces los lloros (no crean, todavía se escucharon un par de vítores apagados: la carne de loquero que deambula ya por nuestra sociedad del bienestar).

Ambulancias, los queus, un par de carros de los nacionales, los picolos… Tarde, chicos, ya es tarde. Una vida menos, una madre destrozada más, un padre maldiciéndose per secula seculorum por haber cedido a los caprichos adolescentes de adquisición de moto. Y un mirar hacia otro lado por parte de las autoridades.

Con lo fácil que sería retirarles el vehículo a todos los que se pillaran sin casco, o ponerles una multa a la altura del euromillón, o… Lo que sea, joé, lo que sea, que a este paso las siguientes generaciones van a tener que reproducirse como los gusanos: quitándose un cachito pa que nazca otro.

Igual es que es mucho trabajo para los políticos, o va a ser que no les pagamos lo suficiente.

Vayausté a sabé.

LÁGRIMAS AMARILLAS

LÁGRIMAS AMARILLAS [Música de fondo: “Me han dicho que el amarillo”, de Los Hermanos Pepperoni]

Y eso que a mí no me gusta el fútbol. Pero soy del Cádiz, hasta la médula, porque no se puede ser de otro equipo cuando has nacido en la Tacita, qué le vamos a hacer. Es como una condena, como un virus que te corre por las venas llenándote la sangre de color dorado…

Ha sido fantástico, majestuoso, los ciento veinte minutos más intensos que he sufrido desde hace mucho, mucho tiempo. Como saben los que de vez en cuando vienen por este rinconcito de la blogosfera, vivo en el exilio, en la Frontera, tan lejos y tan cerca. Hoy, el equipo de mis amores (mal que me pese) se jugaba la gloria en la ciudad que nos odia y nos ama por igual. Tenía miedo, por qué negarlo, miedo por esas criaturas de poco seso (de ambos bandos) que, movidos por el ímpetu salvaje de la juventud, acudían al estadio con la intención de convertir un simple evento deportivo en una carnicería. Llevaba toda la semana soportándolo en silencio, absteniéndome de hacer ningún comentario para que no saltara la chispa y tuviéramos una bronca en serio dentro de las aulas… no, no señor, ya tenemos bastante violencia en los institutos, gracias. No saben ustedes las pasiones que levantaba este partido, no pueden ser conscientes de ello.

Pero ha sido una fiesta, por ambas partes. Todos (exceptuando capullos puntuales) se han portado como señores. El partido acabó, el Cádiz está en Primera (después de trece años), y los jerezanos se levantaron y aplaudieron al campeón, con toda la honestidad que merecía el evento. El corazón saltaba dentro del pecho. Los teléfonos (el fijo, los móviles) comenzaban a sonar. Sólo se oía un glorioso griterío, y gentes que están más lejos que yo (mi hermana, mis amigos, otros familiares) entonaban a voz de grito: ¡ESE CADI: OE!... Friky planet, oigan, y les doy la razón: que no es pa tanto, que sólo es un encuentro de furbo… Pero qué gozada. La televisión mostraba el río amarillo en el que se había convertido la Avenida de Cádiz, esas Puertas de Tierra teñidas de cuerpos mojados luciendo los colores de su equipo… Grande, muy grande.

Como colofón, una visita a la bitácora del maestro Rafael Marín. En ella, este Gran Maestro Jedi de esta parte del Estrecho había hecho gala una vez más de su generosidad y nos había regalado otro cuento minimalista de Torre, en el que esbozaba, con ese costumbrismo socarrón del que sólo él puede hacer gala, el triunfo, la victoria de nuestro equipo… “Entre otras cosas, pensaba en ti”, dijo en uno de los comentarios, “fíjate en la primera palabra del relato”.

Sucohoneahí. Sí, señor, una de mis coletillas impenitentes.

Gracias, Rafa. Gracias, Cádiz C.F. Gracias, Cádiz, la ciudad, por ser como sois, por hacer que la morriña de los que estamos lejos sea un poco más llevadera.

Po sí, he llorado de emoción. Sucohoneahí. ¿O no?

Dar por culo

Como saben todos los que me conocen (y algunos de los que no), vivo en el exilio. Cerquita de Cádiz, pero en el exilio. Aquí las cosas son muy distintas, tanto que parece que, en lugar de treinta kilómtros mal contados, nos separa un abismo de dimensiones interestelares. Hay una distancia física, sí, pero la que más me preocupa es la distancia mental.

La semana pasada esto se llenó de motos, conducidas por una especie de "Homo Habilis" mutado que ha tiempo desarrolló un casco para proteger su cabeza y un mono de cuero mu chulo para vacilar mientras conduce (y, de paso, proteger su cuerpo de yo qué sé qué). No veas tú qué gracia que tenía los chavales... Un no parar de reírte, oyes. Tres días sin dormir, arresto domiciliario (porque uno tiene niños pequeños y, cosas de la sobreprotección paterna, no tiene ganas de que se los atropelle un hijodeputa), ruidos infernales, gente borracha a bordo de vehículos que van como balas, basura, intransigencia... Qué les voy a contar que ustedes no sepan. ¿Que la provincia gana mucho dinero con estas cosas? Ya me gustaría a mí echarle un vistazo a la cuenta de resultados, y ver si es para tanto.

A lo que iba.

Dicen los del equipo de gobierno del Puerto de Santa María, que igual el año que viene hay que llevarse a los ancianos y a los vecinos de la Ribera del Marisco a hoteles para que no sufran las consecuencias. Acabáramos. O sea, que yo (no es el caso. conste), que pago mis impuestos, tengo que irme de mi santo castillo para que un gilipollas (o dos, o mil) hasta el culo de alcohol y estupefacientes haga el bárbaro con tranquilidad, sin exponerse a que los ciudadanos normales le pongan una denuncia y se caguen en sus castas (esto último es gratis). Es de cachondeo puro, oiga.

Buen rollito socialista, oigan. Como lo de las cajas de cerillas... perdon, pisos de protección oficial para jóvenes. Un no parar, ya les digo.

Saludos desde la Frontera.