Broke Blues
Esto ya se pasa de castaño oscuro, de verdad. Es que a mí no me salen las cuentas, por mucho que pienso y repienso en ello. Dicen por todas partes que las familias españolas están endeudadas hasta la barriga, que como a los bancos (los grandes, los que llevan el cotarro) les dé por subir los tipos de interés aquí se va a armar la de dios es cristo, que es que el país no puede suportar la presión consumista salvaje a la que estamos sometidos desde todos los frentes, que... Qué asco de vida, por Crom.
Yo lo flipo por colores, supongo que exactamente igual que la mayoría de ustedes. Sobre todo porque, claro, la culpa la tenemos nosotros que somos una panda de manirrotos despendolados que ni sabe ahorrar ni ná de ná... Estaría bueno, vamos. El hecho de que la mayoría de los sueldos (eximiendo a la clase política, of course) estén congelados desde ya ni sabe cuándo, la circunstacia de que desde la entrada del euro de los cojones toooooodo haya subido un mínimo de un setenta por ciento con respecto a su precio en pesetas, la coyuntura de que hay que vender a los hijos para tener un techo bajo el que vivir, ¿eso? Eso no es importante.
Yo no tengo un duro, ni creo que lo vaya a tener nunca, pero, la verdad, tampoco tengo tendencia a jugar al juego de los préstamos. Voy al cine un par de veces al año, compro dos o tres libros cuando cobro alguna de las extraordinarias, y salgo sólo cuando hay algo que merezca la pena celebrar. Vivo en plan monacal, lo sé, y seguramente mis hijos me lo reprocharán tarde o temprano (son producto de la sociedad en la que les ha tocado vivir, igual que yo lo soy de la mía). No me importa. Soy feliz con lo que tengo, y lo material es tan efímero como el humo del cigarrillo que me estoy fumando en estos momentos. Sólo rezo a Crom para que un dia no tenga que entrar en un banco con la cabeza gacha y bajándome los pantalones porque haya sucedido algo que no he sabido (o no he podido) anticipar.
Pero, bueno, supongo que esto ustedes ya lo habrán pensado por su cuenta.
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