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El Mundo de Juaki

Speaking in tongues

The End

Bueno, se completa un ciclo. Esta bitácoara me ha ayudado a ahuyentar mis demonios, pero no lo suficiente. Aprovecho el cambio de ciclo solar y quemo las naves para comenzar de nuevo. A partir de hoy, esas treinta y tantas personas que me leen podrán encontrarme en la siguiente dirección:

http://marea.blogalia.com

Sean bienvenidos a la nueva aventura. Los que han tenido la amabilidad de enlazarme a sus bitácoras, sírvanse, si tienen tiempo y ganas, a modificar la dirección del enlace.

Gracias.

PD.- Esta bitácora se autodestruirá en treinta días.

Cuéntame un cuento

Érase una vez una emisora de radio llena de graciosos en el que todo valía, desde vejar verbalmente a todo Cristo que no compartiera las opiniones de su gurú, hasta intentar dejar en ridículo al presidente electo de un país por el simple hecho de ser indígena y, supuestamente, pobre. Los habitantes de esa emisora de radio, llamémosla COPE para abreviar, se lo pasaban chachipiruli todos los días armados con el poder que la Iglesia (una oscura organización fundada en la oscura noche de los tiempos) les otorgaba. Uno de sus reyezuelos, Losantos el Magnífico, incluso se creía con el sagrado deber de derribar a un gobierno apestoso que, oh cielos, había sido elegido democráticamente, un pecado falaz do los hubiera. Ponía gran ardor en la hazaña, impasible el ademán, y no cejaba en su empeño, jornada tras jornada, de derribar los cimientos de la malvada Fuerza de Izquierdas. Pero, por alguna extraña casualidad del destino, sus esfuerzos no obtenían recompensa.

Todo siguió igual durante una eternidad, sin que los hados de la victoria se decantasen hacia ninguna de las partes. Losantos el Magnífico atacaba sin piedad desde su torre de marfil, invadiendo el firmamento con ponzoña y hechizos calculados que, sin embargo, no conseguían destronar a la diabólica Izquierda. Confiado en su sabiduría, y en el inmenso poder que le respaldaba, Losantos se envalentonó cada vez más, olvidando cuál era la verdadera fuente de su energía.

Un día, sin que nadie pudiera darse cuenta de ello, sus hechizos y su verborrea se debilitaron de súbito. La plebe, incluso los que se encontraban entre sus propias huestes, le había dado la espalda, invadidos por el hartazgo de una empresa sin sentido. El reyezuelo gimió, lloró, se encontró solo en la oscuridad de su torre milenaria, hasta la entidad que le había dado el poder le retiró su apoyo. Solo, fue agostándose hasta que desapareció en el viento como las cenizas de aquel famoso objeto milenario conocido como cigarrillo.

MORALEJA: ¡No escuchéis más a los imbéciles de la COPE, joder!

KIDS ON DRUGS

Leo en el periódico, en la portada del DIARIO DE JEREZ (nada serio, pero es lo que hay), una noticia que, por supuesto, no lo es: "los jóvenes prueban las drogas cada vez con menos edad", o algo así. Luego apuntan a que, encima, se atreven con un espectro bastante más amplio de estupefacientes, mierda de diseño en la mayoría de los casos. Jé, no me diga, pues no me había dado cuenta, es la primera noticia que tengo... Venga ya, por Crom, que somos mayorcitos.

Pues claro que lo hacen, les estamos enseñando que hay que beberse la vida a tragos largos e inconscientes, sin paladear nada de lo que se echan al coleto. Ahora queren saciarse con lo que sea, sin saber muy bien las consecuencias de sus actos. Es lo que ven en sus mayores, el falso hedonismo de esta sociedad metacapitalista en la que nos ha tocado vivir, donde, en realidad, los valores de cualquier tipo brillan por su ausencia. Yo, que trabajo con ellos, puedo asegurarles que palabras como solidaridad, esfuerzo, voluntad, o sentido común han dejado de tener cualquier significado coherente. Han crecido apabullados por una cantidad de información que no comprenden o que son incapaces de metabolizar, simplemente por una cuestión de desarrollo psicológico inherente a la especie humana. Han aprendido que, hoy por hoy, son los idiotas los que triunfan, y que la gente preparada se hunde en el barro de la inoperancia. Creen, porque no han entendido nada, que la vida es un juego eterno, que el fin último es disfrutar de lo lindo aislándose de la realidad que les rodea.

Unamos a esto la perfecta hipocresía de lo políticamente correcto, ese abusrdo que les dice "no fuméis, pero aquí tenéis cajetillas de tabaco a poco más de un euro", "no bebáis, pero podés comprar alcohol en cualquier hipermercado y beberlo en mitad de la calle", etc. ¿Y acaso pretendemos que no prueben las drogas, el súmum de la desconexión absoluta?

De momento me preocupa mi pensión, la verdad. No creo que este país dentro de veinte años vaya a ser un lugar demasiado propenso a precuparse por sus ancianos.

O por cualquier otra cosa.

BREED

A la postre, después de escuchar todas las opiniones y tragarme todo lo humanamente tragable, de soportar a gente desinformada portando estandartes y monjas esgrimiendo pancartas rayanas en lo absurdo, al final, ya digo, he decidido que lo que faltan en este país son güevos. Hemos llegado a un punto en que sobran los parches y remiendos. Sí, vuelvo a hablar de la educación.
 
Miren: hay que derribar el edificio y volver a construirlo desde los cimientos. Así de simple, así de complicado.
 
Nos jugamos el futuro de un país, que no es moco de pavo.
 

EDUCATIONAL VOCATION

A ver, de verdad, ¿qué es exactamente lo que quieren? ¿Que España sea una nación de idiotas (léase "clon de EEUU")?

Voy a ser duro, porque estoy dentro y sé perfectamente de lo que hablo: el Sistema Educativo Español es un auténtico desastre, y la ley de la que estos días tanto se habla no va a aportar nada que pueda solucionar esa verdad como un templo, es más, creo que va a acabar de desarticular cualquier posible vía de escape. Casi el cuarenta por ciento de nuestros alumnos no saben hablar con propiedad, no saben leer de manera crítica, no dominan las más mínimas estrategias culturales para enfrentarse a la vida que les espera en esa jungla que es la madurez. ¿De quién es la culpa? De todos y de nadie, aunque si ha de buscarse alguien a quien apedrear en público, pongamos que sea ese grupo de cerebros privilegiados que aún cree que la Educación pasa por la política y el buen talante.

No, amiguitos, de ningún modo. Créanme: elimimar cualquier rasgo de autoridad de una institución educativa es como pretender que puedes salir de paseo por terriorio de leones llevando por toda protección una cáscara de plátano.

Pero parece que nada de esto es importante, que lo que verdaderamente levanta ampollas es lo de religión sí/religión no y lo de los concertados. Yastá, no hay ningún otro problema. Poco importa que los profesores seamos humillados a diario, que suframos agresiones físicas (yo mismo el Martes pasado) sin que nadie haga lo más mínimo por solucionarlo, que los estudiantes que quieren prepararse sean ninguneados y acosados hasta el suicidio por ciertas manadas de bestias a las que hay que escolarizar caiga quien caiga, que los centros se hayan convertido en un trasiego de maleantes durante las horas del recreo... Una auténtica monería.

No vamos a ninguna parte. La situación es verdaderamente grave, y parece que la mejor solución es mirar hacia otro lado y tirar de la demagogia impenitente que es marca de la casa en este país nuestro. Estamos en un punto en que, de verdad, más valdría derribar el edificio y volver a empezar por los cimientos. En caso contrario, y todos lo veremos, nos esperan unos años futuros de pobreza y desesperación, de revueltas sociales, de rebaños de seres humanos a los que se les ha negado la posibilidad de formarse de una manera medianamente correcta.

¿Apocalíptico? Pues sí, porque hablo del pan mío de cada día. Quizá en otros lugares de España la cosa no sea tan grave (que lo dudo), de lo cual yo me alegraría infinito.

Y ahora, ya saben, a manifestarse para que los niños, por dios, no dejen de llenar las iglesias, no vaya a ser que el Vaticano se quede sin socios. Que ésa es otra.

RAGE AGAINST THE MACHINE

La que se está liando (mejor dicho: ya se ha liado) en París, Francia. Lo cierto es que tengo sentimientos encontrados al respecto. Por un lado, el corazón me dice que esto tenía que ocurrir tarde o temprano: los seres humanos, sin detrimento de su raza o credo, no pueden aguantar toda una eternidad de hacinamiento y desprecio dentro de una sociedad que, en el mejor de los casos, pasa absolutamente de ellos. Por el otro, me pongo en la piel de todos esos padres de familia, de toda esa clase media que está sufriendo los estragos y los toques de queda desde hace ya casi dos semanas.

¿Es justo?

Pues va a ser que no, mireusté. Esto sí que es un problema gordo, y no el puñetero estatut de los cojones. Quizá los europeos no fuimos lo bastante listos para verle las muelas al lobo cuando empezó a aullar tras las vallas de Melilla. África está empezando a enseñar las garras, y los políticos se ven en una situación bastante jodida, sea cual sea su orientación política. Es lo malo de haber aceptado la asquerosa filosofía de lo políticamente correcto, porque, vamos a dejarnos de tonterías, hay situaciones en las que hay que actuar primero y preguntar después.

Lo verdaderamente diabólico de todo esto, lo que me pone los vellos como escarpias del canguelo que me entra, es que estamos en una situación socioeconómica, a nivel mundial, que es un caldo de cultivo perfecto para que se desarrollen sanos y fuertes los virus de la ultraderecha. Estos tiempos, sólo hay que echar la vista atrás, son los idóneos para que cualquer dictadorzuelo de tres al cuarto, imbuído en el espíritu del buen rollo colega, tome las riendas y acabe con todas las libertades de las que gozamos. Quizá en cierta medida sea culpa nuestra, que no sabemos respetarlas y defenderlas.

¿Que soy un paranoico? Puede ser. Pero acuérdense de estas líneas dentro de unos años. O de unos meses.

OPTIMUS PRIMAL

Hoy he dado una verdadera clase. No se sorprendan: llevo años cobrando como profesor, pero apenas he ejercido como tal. Normalmente mi trabajo se limita al pastoreo, a evitar que el rebaño ciego que constituye nuestra sobreprotegida adolescencia salga del corral de los Institutos (públicos) y deambule libremente por las calles. Es la verdad, no me duelen prendas al decirlo.

Pero hoy, como decía, he logrado después de muchísimo tiempo volver a la esencia de mi profesión. Estoy contento, no lo niego, y hasta el lugar en que trabajo se me ha aparecido al fin bajo una sombra nueva de esperanza. Quizá, sólo quizá, no todo está perdido.

Bueno es saberlo.

Broke Blues

Esto ya se pasa de castaño oscuro, de verdad. Es que a mí no me salen las cuentas, por mucho que pienso y repienso en ello. Dicen por todas partes que las familias españolas están endeudadas hasta la barriga, que como a los bancos (los grandes, los que llevan el cotarro) les dé por subir los tipos de interés aquí se va a armar la de dios es cristo, que es que el país no puede suportar la presión consumista salvaje a la que estamos sometidos desde todos los frentes, que... Qué asco de vida, por Crom.

Yo lo flipo por colores, supongo que exactamente igual que la mayoría de ustedes. Sobre todo porque, claro, la culpa la tenemos nosotros que somos una panda de manirrotos despendolados que ni sabe ahorrar ni ná de ná... Estaría bueno, vamos. El hecho de que la mayoría de los sueldos (eximiendo a la clase política, of course) estén congelados desde ya ni sabe cuándo, la circunstacia de que desde la entrada del euro de los cojones toooooodo haya subido un mínimo de un setenta por ciento con respecto a su precio en pesetas, la coyuntura de que hay que vender a los hijos para tener un techo bajo el que vivir, ¿eso? Eso no es importante.

Yo no tengo un duro, ni creo que lo vaya a tener nunca, pero, la verdad, tampoco tengo tendencia a jugar al juego de los préstamos. Voy al cine un par de veces al año, compro dos o tres libros cuando cobro alguna de las extraordinarias, y salgo sólo cuando hay algo que merezca la pena celebrar. Vivo en plan monacal, lo sé, y seguramente mis hijos me lo reprocharán tarde o temprano (son producto de la sociedad en la que les ha tocado vivir, igual que yo lo soy de la mía). No me importa. Soy feliz con lo que tengo, y lo material es tan efímero como el humo del cigarrillo que me estoy fumando en estos momentos. Sólo rezo a Crom para que un dia no tenga que entrar en un banco con la cabeza gacha y bajándome los pantalones porque haya sucedido algo que no he sabido (o no he podido) anticipar.

Pero, bueno, supongo que esto ustedes ya lo habrán pensado por su cuenta.

Estado de Pánico

Durante estas vacaciones de verano he tenido la suerte de leerme la última novela de Michael Crichton en versión original, que pa eso me he comprado una PDA la mar de chula con el Acrobat Reader que me está permitiendo devorar literatura en inglés a todo trapo (vía Mula, no voy a negarlo). El título del libro es “State of Fear”, y yo lo titularía “Estado de Pánico”, aunque no sé a estas alturas por qué denominación se decantará la editorial española que tenga los derechos.

Vayamos por partes.

Creo que no es una novela, pero sí es un buen libro. Es, si no les molesta una nueva división literaria, un “ensayo novelado” sobre un tema muy candente: el (supuesto) cambio climático y el uso que de él hacen los poderes político-económicos de los EEUU para llenar las arcas de los de siempre. Una denuncia, en todo caso, de esa fauna ecoarribista que se apunta al carro del medio ambiente simplemente porque es chuli, chachi, mola, y resulta la mar de progre e intelectual. Yo siempre he sido muy crítico con estos temas, para qué voy a negarlo, y he procurado creerme de la misa la mitad, hasta el punto de ser llamado facha, intransigente, y hasta imbécil por cuestionarme ciertos postulados ecologistas o, sencillamente, matizarlos en su justa medida. Tiene cojones la cosa. Creo que una línea de pensamiento deja de interesarme y de volverse potencialmente peligrosa cuando te acusan de fascista por no compartir sus opiniones. En fin, la eterna paradoja del ser humano.

No quiero decir con esto que no me preocupe la salud del planeta, ni que piense que todos los verdes son unos chalados de medio pelo. No, ni mucho menos, es sólo que, por citar a Tolkien, no es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda perdida. En este sentido, la novela de Crichton estaba predicando a un converso.

Lo bueno del libro, es que apoya todas sus afirmaciones con bibliografía y datos reales que son fácilmente comprobables en Internet, cosas que yo sospechaba pero que nunca he tenido ni tiempo ni ganas de investigar, para qué voy a engañarles. Es uno de esos escritos que, a poco que consigas dejar a un lado el estilo facilón, las tramas previsibles y los personajes de cartoné, y logres centrarte sólo en las muchas ideas importantes que brotan prácticamente de cada una de sus páginas, te deja mortalmente tocado. Los velos caen, las verdades se vuelven claras, y, de repente, sientes que, en efecto, en más de un sentido llevan años jugando contigo.

Todos son juegos de poder y de multinacionales. Todos sabemos, por ejemplo, que el tratamiento para el SIDA es ridículamente barato en países como Noruega, con una alta renta per capita, frente a los altos precios que las naciones africanas, las que verdaderamente lo necesitan, tienen que pagar por los mismos medicamentos. Pero lo que yo no sabía era el altísimo coste de vidas humanas, decenas de miles, que derivó de la abolición del DDT, el único insecticida que las comunidades del Tercer Mundo podían permitirse. Se perdieron cosechas fundamentales para su existencia, miles de niños muertos por los mosquitos portadores de la malaria (y otras enfermedades peores)… todo para descubrir que de cancerígeno nada de nada, inocuo totalmente. Pero, claro, el Primer Mundo puede permitirse los Baygones y los Raids a 4 ó 5 leuros el bote, el doble de lo que una familia media del cono sur africano gana al mes.

No voy a reventarles el libro, no se preocupen, como muestra bien vale un botón. Sólo apuntar que, aun pecando de paranoico, sí que creo que a los grandes poderes que dirigen el mundo les interesa mantenernos en un constante Estado de Pánico. La población que tiene miedo es una población bovina, acojonada, dispuesta a creer en los gobernantes que les llevan por el buen camino, ansiosa por acogerse a las órdenes que llegan de las alturas… Cuando el peligro no existe, simplemente se crea, o se esboza desde los medios de comunicación que necesitan noticias cruentas a diario para amargarnos el desayuno, el almuerzo, y la cena. Piénsenlo bien, dediquen un minuto a recapacitar en qué pruebas verdaderas tienen de todas esas leyendas urbanas que nos están convirtiendo en un rebaño ciego. Apuesto a que se sentirán mucho mejor al comprobar que, después de todo, el ser humano no tiene un pelo de tonto. Lo único que ocurre es que nos saturan la mente con tanta información que estamos empezando a perder la capacidad de tamizarla convenientemente.

Mientras tanto, disfruten del Estado de Pánico, y manden un SMS a la CNN para que les tenga al día de todas las catástrofes que ocurren en el planeta y del número de muertos que ha dejado el terrorífico huracán Katrina en una región que lleva sufriendo terroríficos huracanes desde que el mundo es mundo.

Sólo que antes no había televisión.

Back Again

Dos meses sin escribir en la bitácora, ufff. Bueno, en realidad, han sido sesenta días durante los que he estado física y anímicamente desconectado del mundo. He pasado el estío en una casa en lo alto de un acantilado de cierto pueblo del sur de España, donde la gente a duras penas sabe lo que es Internet, y en el que los cybercafés (que los hay) son una versión siglo XXI de la Taberna de Flinn. No me quejo. En cierta medida, la experiencia ha servido para encontrarme a mí mismo.

He estado de allí para acá, trabajando en Agosto aunque sea profesor. Pero es que yo soy muy mío para escribir. Necesito una cierta intimidad, un aislamiento, hasta el punto de que suelo hacerlo bien entrada la noche, por lo que apenas duermo tres o cuatro horas durante el curso. Me he acostumbrado.

A lo largo de estos dos meses, sin embargo, no he estado ocioso. Llevo más de la mitad de la que será mi tercera novela, que ha supuesto un giro de ciento ochenta grados respecto a mi estilo anterior. Ahora ando embarcado en un relato que mezcla la historia real con la magia, la fantasía, y el terror, ambientado en un Cádiz oscuro y tenebroso en el que se agazapan monstruos y hechiceros en cada rincón, prestos para crear el caos en el mundo. Me gusta, estoy disfrutando un montón, y espero que mis futuros lectores también lo hagan; sobre todo los que hayan nacido aquí, o conozcan medianamente bien la ciudad. Es un reto, y como tal despierta ecos de aventura en mi mente.

Nada más. Ya volveremos con las paranoias y las reflexiones que nos ayudan a evadirnos de la monótona existencia del invierno. Espero que los pocos que vagabundean por aquí sigan todavía merodeando.

Un saludo para vosotros, juakinautas.

ARMARIOS EMPETADOS

ARMARIOS EMPETADOS Si es usted gay, y ha salido del armario, pues yo que me alegro y le doy la más sincera de las felicitaciones por haber llegado a la plenitud como ser humano. Si sospecha que lo es, y aún no ha reunido los arrestos suficientes, pues no se lo piense más, amigo o amiga: mande a tomar por culo la sociedad que le rodea y procure ser feliz, que no es usted un virus ni representa una epidemia, mal que le pese a esa legión de legisladores espontáneos que sufrimos en este país.

Verán, la última manifa convocada por las huestes de la España retrograda (supongo que tratando de vestirse el manto del progresismo) ha sido tal cadena de despropósitos que uno no puede más que sonreírse y aceptar de una puta vez que este es un país, efectivamente, de charanga y pandereta, con una clase poítica que insiste en adocenarse en las maniobras de la pista central del Circo Price, y que cree que la masa anónima de votantes son gilipollas cuya única ilusión en la vida es tragarse el "Aquí hay tomate" y dislates semejantes.

Pues va a ser que no, que no engañan a nadie.

Por un lado, no veo yo de dónde se sacan que ellos tengan el derecho de legislar en nombre del estado contra los derechos constitucionales de un grupo de ciudadanos que pagan sus impuestos y contribuyen al bienestar social. Si nos ponemos en este plan, propongo que organicemos manifas contra todos aquellos a los que no les gusta el Carnaval de Cádiz, o contra las personas a las que no les hace gracia el vino de Jerez y prefieren el Valdepeñas, o contra los matrimonios celebrados bajo los cánticos chabacanos de un coro rociero porque represetan contaminación acústica y riesgo de catatonia para los oyentes... Tengo más, pero no habría días en el calendario para realizar concentraciones en plan chorra.

Fue un espectáculo patético y paradójico: desde la presencia de obispos con gorras de béisbol caladas hasta las orejas (quizá para mantener sus rostros ocultos), pasando por la tribu de jóvenes (y niños, por Buda) adoctrinados en la intolerancia, hasta la culminación final en la que cachorros y ancianos entonaban el himno gay por antonomasia: "We are the Champions", compuesto por esa Reina absoluta e indiscutible del Glam-Rock, el tristemente desaparecido Frederick Bulzara, más conocido como Freddie Mercury.

A mí me da que todo se reduce al miedo. Pánico a lo desconocido, a la libertad, a que descubran que muchos de ellos pasan las horas navegando por la red en busca de fotos de bellos efebos agarrándose el pene... Terror ante una sociedad en cambio constante, a perder la hegemonía de la palabra torcida... Al vive y deja vivir.

Qué triste, joder, pero qué triste. Paréceme a mí que este país antes llamado España tiene problemas más graves que preocuparse por la íntima cuestión de quién duerme con quién. Nos comen los enanos, y la oposición se empeña en seguir con su estrategia de acoso y derribo, del todo vale, con tal de demostrar que ellos tenían razón y que los demás estábamos equivocados... Pero comparar sus manifas con aquellas históricas concentraciones en contra de la Guerra de Irak ya es que me parece rayano en lo perverso.

Y todo, ¿por qué? Pues no lo sé, ya me gustaría. Pero me da en la nariz que mucha de esta rabia, de esta inquina, pasa por la oscuridad en la que viven muchos de ellos dentro de sus armarios.

EL AMOR CONSIDERADO COMO UNA INTEGRAL INDEFINIDA

[Música de Fondo: "Left Outside Alone", de Anastacia]

QUE EL AMOR PUEDE TENER raíces cuánticas es algo que los científicos ya han comenzado a sospechar. Cualquiera que tenga unos mínimos conocimientos de las corrientes de pensamiento matemático de los últimos tiempos, podrá entrever sin demasiado esfuerzo que las relaciones amatorias humanas, esa chispa misteriosa que hacen que nos atraigan unos y no otros de nuestros congéneres, acabará por ser demostrada aplicando las ecuaciones de la ciencia llamada Caos.

Porque me concederán que todo este asunto de los emparejamientos es francamente caótico, incluso desde el punto de vista de los fundamentos biológicos de la conducta.

Nos dicen que enamorarse no es más que el resultado de un intercambio de feromonas, que es lo mismo que decir que caemos rendidos ante un olor, no ante unos ojos, unas tetas, o una línea de pensamiento afín (mis lectoras pueden colocar aquí sus referencias inversas: yo no me atrevo a intentar dar en la diana de las verdaderas preferencias femeninas). Pues qué bien, nos ha jodido... Tanto cuento, tanto poema, tanta literatura, para al final darnos cuenta de que somos tan animales como el puñetero perro de mi vecino que le huele el culo a las perras para averiguar cuál es la que le mola. Muy bonito, pero que muy bonito. Y lo malo es que es verdad. Yo mismo doy fe del poder hipnótico del olor de una mujer, y es evidente que a ellas les pasa lo mismo, sólo que lo manifiestan más abiertamente, porque los hombres-hombres que pueblan este país antes llamado España nunca reconocerían que caen a los pies de una piel tersa, fresca, que huele a aurora de la mañana, a rocío entre la niebla, a la brisa del mar en las playas del Atlántico... No, aquí son pechos y nalgas los que se llevan la palma. O eso es lo que pretenden vendernos.

Muy bien. Otro mito al garete. Los románticos tendremos que dejar de serlo, y abandonar la idea de atrapar la luna con una red de versos para entregársela a nuestra amada... apartar la guitarra de nuestros dedos encallados, renunciar a la idea de rasgar notas que atraviesen el alma, porque el alma no es más que un corolario de la Ecuación de Schrödinger o del Principio de Incertidumbre de Heisenberg... tendremos que echar a un lado nuestras lágrimas, porque el H2O meclado con ClNa ya no lava la amargura de un sentimiento no correspondido...

La ciencia es buena, pero a veces es una hijadeputa. Habría ciertas cuestiones que sería mejor no investigar, usar el dineral destinado a investigaciones sin sentido para hallar la vacuna contra el SIDA, desterrar el cáncer de la historia humana, o conseguir nanofraguas que alimentasen a todas las criaturas que, en este mismo momento, están muriendo de hambre en el hemisferio sur.

Y que dejasen tranquilo al amor, por dios (que no es más que otro fenómeno cuántico, pero ya hablaré de ello en otra ocasión).

Brainwasting

Yo, que me paso muchas horas cuidando un cybercafé (antes llamado Instituto de Enseñanza Secundaria), estoy al cabo de la calle en lo que a gilipolleces adolescentes se refiere. Para mí no tienen ningún secreto los cienes y cienes de salas de chat, messengers, webs donde te adivinan el nombre de tu próximo novio (y hasta la fecha de vuestras muertes, llegado el caso), portales llenos de descargas de mal gusto en las que se pueden contemplar desde los accidentes más sangrientos hasta los topetazos más peregrinos... En fin, todo un repertorio de barbaridades que, a poco que uno recapacite siquiera medio minuto, llega a la conclusión de que su único objetivo es precisamente ése: el de captar y absorber la atención de los seres humanos más desvalidos en el terreno emocional.

Prepúberes, púberes y postpúberes, las víctimas fáciles de los lobos mediáticos.

Hace mucho tiempo que las consultoras de mercadotecnia, sobre todo las start-ups de nuevo cuño, comprendieron que el mundo adulto estaba demasiado agobiado, apaleado, y desencantado como para caer entre sus redes. Ya lo decía aquél: somos muy mayorcitos como para creer en duendes. Así que desviaron sus ávidos ojos hacia el sector de la población que, aun careciendo de ingresos económicos, podría ser convertido con facilidad en vampiros chupópteros de sus progenitores, que son los que sueltan la manteca, hasta edades cada vez más avanzadas.

La oferta de ocio y pamplinas es realmente alucinante, sobre todo porque ellos creen (en serio, lo creen de todo corazón) que necesitan poseer toda esa legión de payasadas para ser álguienes dentro de ese mundo tenebroso y perverso en el que se ha convertido la adolescencia de hoy en día. Y los endiosados hechiceros mediáticos (allá atrincherados en sus torres de acero y cristal), se frotan las manos de contento, preparando sus pociones y hechizos para acabar con esos tiernos cerebros que, en su cada vez más inmensa mayoría, ni siquiera van a tener la oportunidad de usar de un modo normal.

Para levantarse contra ellos, por ejemplo.

El casco de la moto te despeina, ¿cómo quieres que me lo ponga?; si no me mandan toques al móvil es que soy un@ apestad@ (también podría ser que sus colegas anduvieran cortos de saldo, pero eso no les entra en la mollera); tengo que beber para que me acepten (sí, la marca de moda, porque no vale cualquiera, que aluego te miran mal); si mi amiga me ha defraudado pues tengo que quitarle el novio, por zorra (esto último no lo entiendo, pero es el último grito en los chats -que están llenos de creativos de tendencias barrigudos haciéndose pasar por adolescentes despechadas-); el acoso a los compañeros no existe, es sólo una cuestión de defensa: nadie puede destacar por encima de la media...

Gilipolleces de un docente agobiado, dirán ustedes... Pues a lo mejor va a ser que sí, responderé yo si no les importa.

El mundo se está volviendo un lugar extraño. Igual cojo, me bajo, y me largo a colonizar Marte de forma unilateral...

Crash

Llego al Instituto. Ocho de la mañana. Saludos a los petardetes a los que les caigo bien, a los conserjes, a los pocos compañeros que a estas horas deambulan por aquí (siendo un lunes tan de madrugada)... Cuando veo la cara de mi Jefa de Estudios sé inmediatamente que ha ocurrido algo. Dejo la maleta en la Sala de Profesores y me dirijo a su despacho. Ni siquiera me hace falta hacer la pregunta.

-Eduardo está en coma -dice-. La cabeza abierta y las piernas rotas por tres o cuatro sitios.

Joder. El tal tiene sólo trece años, es ya un protodelincuente, pero todos consideramos que no es más que otro de los hijos bastardos de las Circunstancias. Ni siquiera pregunto cómo ha sido, por qué, de quién es la culpa... Qué importancia tiene. A estas alturas de la película, lo verdaderamente importante son los resultados, no sus causas. Doy media vuelta y me las piro, las palabras sobran en este tipo de situaciones.

La vida de un chaval, el hilo que la sostiene, está a punto de quebrarse. Es un pibe de barrio, uno más de esas cifras horrendas con las que los telediarios nos bombardean cuando no tienen otra noticia de la que tirar. Sin embargo, allí está en la UCI del Puerta del Mar de Cádiz, luchando por no descender el túnel ese que lleva a un umbral de luz cegadora. Trece años... ¿pueden entenderlo? Sólo trece años y ya está lo bastante harto de este mundo como para beberse la vida a tragos convulsos, como para despreciar las mínimas reglas de autoconservación...

Dicen que se saltaron una señal de STOP, que él iba de paquete (y, por tanto, se ha llevado la peor parte), que... ¿Saben qué? Lo más horrendo es que la noticia no ha parecido afectar demasiado al resto de sus compañeros. Lo he comentado en clase con ellos y se han limitado a decir, más o menos, que "se veía venir, tenía que pasar, si no te arriesgas no disfrutas, se lo tenía merecido..." Los rostros absolutamente vacíos de expresión, como si fuera (que lo es, desgraciadamente) la cosa más natural del mundo.

¿Qué clase de androides sin sentimientos estamos creando?

Que Crom se apiade de su alma. Yo ni siquiera tengo fuerzas para seguir escribiendo.

Soledades

Decía Pink Floyd:

Hey you, standing in the aisles
with itchy feet and fading smiles,
can you hear me?

Hey you, with your ear against the wall
breaking bottles in the hall,
can you touch me?

Hey you, won't you help me to carry the stone?
Together we stand, divided we fall...


Pues sí, hay que ver cómo cambia la identificación con las canciones a medida que pasa el tiempo...

Saludos desde la Frontera

Te llevas mi aliento

Te llevas mi aliento Hoy hemos escuchado en clase esta cansión de Queen, escrita por el difunto Frederick Bulzara, más conocido como ese animal escenográfico que fue Freddie Mercury. A mis adolescentes aburridos les ha gustado (¡sorpresa!), espero que ustedes la disfruten:

YOU TAKE MY BREATH AWAY

Look into my eyes and you'll see I'm the only one
You've captured my love, stolen my heart,
Changed my life...
Everytime you make a move you destroy my mind
And the way you touch... I lose control and shiver deep inside
You take my breath away

You can reduce me to tears with a single sigh
(Please don't cry anymore)
Every breath that you take, any sound that you make
Is a whisper in my ear...
I could give up all my life for just one kiss
I would surely die if you dismiss me from your love
You take my breath away...

So please don't go
Don't leave me here all by myself
I get ever so lonely from time to time
I will find you
Anywhere you go, I'll be right behind you
Right until the ends of the Earth
I'll get no sleep till I find you to tell you
That you just take my breath away

I will find you anywhere you go
Right until the ends of the Earth
I'll get no sleep till I find you to
Tell you when I've found you -
I love you