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El Mundo de Juaki

Cuéntame un cuento

Érase una vez una emisora de radio llena de graciosos en el que todo valía, desde vejar verbalmente a todo Cristo que no compartiera las opiniones de su gurú, hasta intentar dejar en ridículo al presidente electo de un país por el simple hecho de ser indígena y, supuestamente, pobre. Los habitantes de esa emisora de radio, llamémosla COPE para abreviar, se lo pasaban chachipiruli todos los días armados con el poder que la Iglesia (una oscura organización fundada en la oscura noche de los tiempos) les otorgaba. Uno de sus reyezuelos, Losantos el Magnífico, incluso se creía con el sagrado deber de derribar a un gobierno apestoso que, oh cielos, había sido elegido democráticamente, un pecado falaz do los hubiera. Ponía gran ardor en la hazaña, impasible el ademán, y no cejaba en su empeño, jornada tras jornada, de derribar los cimientos de la malvada Fuerza de Izquierdas. Pero, por alguna extraña casualidad del destino, sus esfuerzos no obtenían recompensa.

Todo siguió igual durante una eternidad, sin que los hados de la victoria se decantasen hacia ninguna de las partes. Losantos el Magnífico atacaba sin piedad desde su torre de marfil, invadiendo el firmamento con ponzoña y hechizos calculados que, sin embargo, no conseguían destronar a la diabólica Izquierda. Confiado en su sabiduría, y en el inmenso poder que le respaldaba, Losantos se envalentonó cada vez más, olvidando cuál era la verdadera fuente de su energía.

Un día, sin que nadie pudiera darse cuenta de ello, sus hechizos y su verborrea se debilitaron de súbito. La plebe, incluso los que se encontraban entre sus propias huestes, le había dado la espalda, invadidos por el hartazgo de una empresa sin sentido. El reyezuelo gimió, lloró, se encontró solo en la oscuridad de su torre milenaria, hasta la entidad que le había dado el poder le retiró su apoyo. Solo, fue agostándose hasta que desapareció en el viento como las cenizas de aquel famoso objeto milenario conocido como cigarrillo.

MORALEJA: ¡No escuchéis más a los imbéciles de la COPE, joder!

1 comentario

RM -

Y ademá, de verdá.